Relato corto de Alejandro Montero
dedicado a los Martires por la Humanidad
así llega la Visión…
una nube, una pluma, una flor… una fotografía
te golpea de repente sin avisar, te cierra el estomago, aprieta el pecho, se paraliza el cuerpo,
como un chorro de agua golpea tu rostro, los ojos húmedos, líquidas las imágenes…
por unos instantes
Y allí estás
una plaza, una calle, un muro, un madero
da igual dónde, ya estuve en tantos lugares, todos son iguales
las casas cerradas a cal y canto prisoneras de la oscuridad del pánico u odio que las habitan
ni los niños de miedo lloran en sus cunas, ni los perros ladran
solo los gritos ahogados de los mártires rompe el silencio de las noches más oscuras
mudo lamento de los corderos degollados
Allí la llevan a empujones, siento su angustia, su desesperación…
entra todo en mí al roce de su alma
a sus… mis piernas se agarran sin fuerzas los niños
unos ojos secos y hundidos se clavan en mi mirada
sus cuerpos exhaustos, desidratados, molidos a golpes
armados vienen los berdugos hasta los colmillos
sedientos en lujuria de sangre para justificar su inagotable ansia de venganza
consumidos por los demonios que les devoran sus almas
esconden cobardes sus rostros ocultando la maldad que invade sus entrañas
«¿creés acaso que olvidarán el oscuro brillo de vuestros ojos?
¿qué no rconocerán el sonido de la voz de los acusadores?»
Les grito pero no me oyen, solo soy un fantasma, testigo mudo de tando drama
A patadas y empujones los suben al muro, atan sus cuellos al madero
escupen sobre sus cuerpos, los injurian con Palabras Sagradas
no comprendo el veneno que derraman sus lenguas pero la escuché tantas veces
en tantos idiomas
en tantos lugares que ya entiendo su significado
-«en el nombre de Dios, Dios es grande…»
y el Ser Humano está enfermo
«¿Qué Dios dijo alguna vez «mata a tu hermano»? ¿Dónde está escrito?
¿Qué paraiso esperas alcanzar si destruyes el que Él mismo creó para todos los seres que lo habitan?»
sigo gritando pero nadie me escucha
«Más os valiera no pronunciar su Nombre»
Los lanzan al avismo cruejen sus cuellos retorciendo el madero
tensada la soga al peso de unos cuerpos convulsos en los últimos espamos de vida.
-tus ojos están tristes
-estoy triste mamá
-no, ya no hijo mío, ya pasó todo
-se consume mi cuerpo madre
-no, se transforma en uno nuevo Santo, para ir a otros lugares
-¿vamos?
-espera… a que venga tu hermano
-allí llega madre, coronado de luces de colores entre tanta oscuridad ¡sonríe! al vernos
me mira
marchan
Y así regreso, me tumbo en la cama como si estuviera muerto, inmóvil, desconectado
observando mi cuerpo vibrándo ecuánime
limpiando mi mente para no ser atrapado por terribles pesadillas
tranquilo
pasan los días
pasa el verano
llega el otoño
Luna de la cosecha
el ángel del miedo surca sin cabeza la noche apagando estrellas
Este mundo vibra al Universo a ritmo de dolor, miseria, miedo y hambre
discordante con el Amor que siente
solo los más valientes se atreven a atravesar sus puertas
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